No todos los herederos quieren gestionar la empresa familiar. Aunque lo más habitual es vender, también se puede mantener el control accionarial y dejar en manos de un externo la dirección.
La jubilación de Fernando Maldonado, presidente y director general del hotel Alhambra Palace, provocó un importante cambio en el negocio. Ante la falta de un sucesor dispuesto a ocupar su lugar, los accionistas decidieron nombrar a dos directivos y establecer un nuevo consejo de administración para así mantener el control del alojamiento, pero sin tener que llevar el día a día.
Al igual que en este ejemplo, en ocasiones los herederos de una pyme familiar desean conservar sus acciones pero sin tener que hacerse cargo de la gestión diaria. «Lo que determina qué se puede hacer con la compañía es fundamentalmente el tamaño», asegura Alberto Gimeno, profesor de dirección general y estrategia en Esade.
Con las más pequeñas, como un taller mecánico o la consulta de un dentista, si los herederos no están interesados en llevar el día a día, la mejor opción es hacer un traspaso. Son pymes que dependen mucho de una única persona, que es quien realmente puede evaluar la marcha del negocio. Por ello, conviene que el encargado de la gestión sea también el propietario. En estos casos, los compradores más habituales son antiguos empleados o empresarios con experiencia en el sector.
Sin embargo, con una empresa mediana, sí se pueden mantener las acciones sin asumir la gestión diaria. En este caso, hay que profesionalizar la compañía -contratando directivos y nombrando un consejo de administración- sin perder la filosofía ni la capacidad de innovar.
- Primero hay que evaluar si algún empleado puede asumir el cargo de director general. Si no hubiera nadie, es necesario contratar a un profesional externo. «Hay que tener en cuenta que para alguien de fuera es más difícil entender la dinámica interna, las características y los valores de la empresa», avisa Gimeno. Por ello, se debe evitar que el nuevo director implante un método de trabajo excesivamente rígido y técnico que pueda hacer que la empresa pierda su esencia y valor. Este riesgo se multiplica si se hacen más incorporaciones, por lo que no es recomendable contratar a otros directivos.
- Igualmente importante es que haya un consejo de administraciónadecuado. «Tiene que ser capaz, sin estar en el día a día, de decidir la estrategia, identificar los riesgos y oportunidades y desarrollar un equipo de alta dirección», enumera el profesor. Para mantener el control sobre la marcha de la empresa, los herederos también deben estar integrados en el consejo, ya que es donde se toman las decisiones más importantes. Si ningún familiar está interesado, lo mejor es vender para poder reinvertir el dinero obtenido.
- Para afianzar el modelo, el último paso es conseguir una buena relación entre ambos órganos. En ocasiones, los consejeros se entrometen demasiado en el funcionamiento diario, invadiendo el terreno del director general. Otras veces, éste es muy celoso de sus competencias. Lo importante es que haya un diálogo fluido y constante para desarrollar y pensar estrategias de éxito.
Mantener la filosofía
Desde hace tres años, tras la jubilación de Fernando Maldonado, el hotel Alhambra Palace trabaja con dos directivos en la sede física de Granada y un consejo de administración de cinco miembros, situado en Madrid. Dos de los consejeros son profesionales mientras que el resto pertenece a las familias que descienden del fundador.
«El consejo esta pendiente de nuestro trabajo, recibe información varias veces por semana y, además de las reuniones trimestrales, vienen varias veces», explica Ignacio Durán, director de ventas del hotel. Él es, junto a la directora general del hotel, el encargado de llevar el día a día del alojamiento. Como clave para el éxito, Durán destaca la importancia de «conocer bien la filosofía de la empresa». Por ejemplo, en su caso, esto pasa «no tanto por aumentar el número de huéspedes, sino en tener una clientela de calidad». Para ello, es importante mantener a trabajadores con varios años de experiencia o colaborar en diversas acciones sociales, científicas y culturales de la ciudad.
Cómo llevar el control
- En una empresa pequeña, el gestor y el propietario tienen que ser la misma persona. Si no se quiere dirigir, lo más recomendable es venderla a un antiguo empleado u otra persona con experiencia en el sector. En el caso de que haya varios hijos y sólo uno quiera trabajar en el negocio, él debería ser el único heredero.
- En una compañía mediana, se puede mantener el control accionarialsin asumir la gestión diaria. Para ello, debe contratar un director general y nombrar -si no existe ya- un consejo de administración. De esta manera, la empresa
- tendrá que evolucionar en su sistema de funcionamiento.
- Si desea continuidad, el director general debería ser alguien que ya esté en la compañía. En caso de tener que contratar a un profesional de fuera, conviene que tenga experiencia previa en empresas familiares. En general, no es aconsejable incorporar a más directivos externos.
- La familia debe formar parte del consejo de administración de la empresa, donde también suelen estar algunos directivos y consejeros externos. El número total de miembros normalmente varía entre 5 y 15. Este órgano se encargará de adoptar las principales decisiones estratégicas.
- Hay que garantizar que se respeten las competencias de la dirección general y las del consejo de administración, sin que haya interferencias. Este proceso suele ser complicado. Para completarlo con éxito, lo mejor es tener flexibilidad y que se establezca un diálogo fluido entre ambos órganos.
- Si ningún miembro de la familia desea estar en el consejo, perderá el control de la empresa sobre la marcha. En este caso, lo más recomendado es vender las participaciones. Con el dinero obtenido, se pueden realizar otras inversiones en las que no es necesario tener tanta presencia.