Aportan a la economía regional el doble que el resto de sociedades.
En este mundo cada vez más globalizado y donde las multinacionales siguen avanzando y ganando más terreno en el mapa económico, las empresas nacidas de la semilla sembrada por una familia aún perviven manteniendo en su seno ese aroma familiar, sin que renuncien, eso sí, a dar el salto internacional. De hecho, son mayoría, tanto en España como en Castilla y León, en este caso aún en mayor medida que en la media del conjunto del país. Así lo refleja un profundo estudio realizado durante dos años por el Instituto de Empresa Familiar, en el que se detalla tanto el número de estas sociedades como su aportación a la Valor Añadido Bruto (VAB) y el empleo que generan. Y son ellas en buena medida las que cargan sobre sus espaldas con la marcha de la economía.
No en vano, son mayoría dentro del tejido productivo de la Comunidad. Según las estimaciones del citado estudio, más de nueve de cada diez sociedades (anónimas -SA- y limitadas -SL-) son familiares. Suman, en total, 27.279 firmas, mientras que no familiares se contabilizan 2.941 sobre un total de 30.220, de ahí que representen el 90,3% del total. Un dato superior a la media nacional, donde las firmas de parientes representan el 88,85 (más de 1,08 millones). Y son en su mayoría microempresas. De las 27.279, son 21.831 las que no superan los diez empleados (también en el conjunto estatal este grupo es más numeroso). Y sólo 5.448 de las SA y SL tenían al menos una decena de asalariados. Entre las no familiares, el reparto entre uno y otro grupo es más equilibrado.
En cuanto a los datos de aportación a la economía, en la Comunidad, la distancia con la media nacional es algo superior y su peso es especialmente significativo en el campo del empleo, donde la proporción de nóminas que firman supera a la riqueza que generan en el sector privado. Más de siete de cada diez puestos de trabajo dentro de este campo en Castilla y León (72,9 por ciento) dependen de una empresa familiar, según revela este estudio. De hecho, con 183.703 empleos casi triplican a los 68.306 personas cuyos ingresos provienen de una compañía no familiar. Y superan también ligeramente al empleo vinculado a otro sector con gran peso en el mercado laboral como el público, donde, según el último Boletín Estadístico de personal al servicio de las administraciones elaborado por el Ministerio de Hacienda, en Castilla y León había más de 169.000 funcionarios.
Si un impacto en el empleo es grande, aún es mayor el peso que tienen sobre el Valor Añadido Bruto. Generan el 66,2 por ciento de la riqueza de la Comunidad, también por encima de lo que las empresas familiares aportan al conjunto de la economía nacional, donde suponen el 57,1 por ciento. En términos absolutos casi duplican al de sus hermanas no familiares, con más de 6,87 millones de euros frente a 3,5.
Castilla y León se sitúa así en este ránking por debajo de comunidades como Extremadura o Galicia, donde hay más igualdad entre su ponderación al empleo y al VAB y donde en ambos casos suponen más de ocho de cada diez euros de la riqueza generada por el sector privado. El estudio lo explica por la «mayor intensidad en mano de obra de las empresas familiares». Y de nuevo Castilla y León vuelve a ganar a territorios como Madrid (39,2%), País Vasco (42,6) o Navarra (50,1%). El peso de la inversión extranjera o el marco fiscal están entre los motivos apuntados por el informe para esa gran diferencia de esos territorios con la media nacional. Caso diferente es el de Cataluña, una comunidad muy industrializada y «gran receptora» de inversión extranjera, pero donde la empresa familiar tiene un «peso muy relevante», incluso con valores «similares» la media española (genera el 68,2% de los empleos y supone el 61,6 por ciento del VAB).
En ambos parámetros, el peso de las empresas familiares supera en Castilla y León al de la media del total en España, donde también las compañías levantadas al calor del hogar generan más empleo y contribuyen en mayor medida a valor añadido. En todo el país, el 66,7 por ciento de los puestos de trabajo dependen de una empresa familiar, lo que supone 6,58 millones de personas con actividad remunerada en ellas, frente a las 3,28 vinculadas a otras compañías.
La región se sitúa así algo más de seis puntos por encima del promedio estatal y 18 más arriba que Madrid, la comunidad donde menor peso tienen las empresas familiares tanto en la generación de empleo como en la aportación a la riqueza (el 39,2%). Pero por debajo de Galicia, Castilla-La Mancha, Extremadura o Murcia, donde más de ocho de cada diez puestos en el sector privado dependen de una empresa familiar.