Nació en 1886 como una tienda de ultramarinos y su fundador, atendiendo a la demanda de su público, comenzó a vender café; una decisión que les ha permitido llegar hasta la cuarta generación.
A lo largo de cien años, los productos de Cafés El Criollo han formado parte de los desayunos y meriendas de los aragoneses. Esta empresa familiar de Zaragoza nació a finales del siglo XIX como una tienda de ultramarinos en la que se vendían legumbres, embutidos o materiales de limpieza. Sin embargo, el café verde sin tostar era uno de sus bienes más demandados. Por eso, fue evolucionando hasta convertirse en un comercio dedicado a este tipo de bebida, y su oferta se ha ido adaptando a la demanda de sus clientes.
La historia de esta pyme es una muestra de cómo la especialización puede ayudar a que un pequeño negocio llegue hasta la cuarta generación. Su fundador, Santiago Lascasas, se dio cuenta de que su público prefería llevarse el café ya tostado para su consumo, así que compró maquinaria que le permitía preparar pequeñas cantidades. Después de un tiempo, alcanzó tal éxito que decidió registrar la marca en 1910 y, tiempo más tarde, creó su propio sistema de envoltura o estuches para azúcares.
Pero esta bonanza acabó durante la Guerra Civil y los años posteriores, ya que el café pasó a ser un alimento de lujo y su comercialización estaba en manos del Estado, que fijaba la cantidad y los precios de venta al público. Sin embargo, la familia Lascasas nunca dejó de venderlo y, hasta la década de 1960, lo compaginó con el negocio de ultramarinos. “A partir de esos años la empresa pasó a dedicarse exclusivamente a este producto, lo que le permitió conocer profundamente el sector y adaptarse a la nueva etapa que se vivió en la década de 1980, cuando el sector se liberalizó. En esa época se tuvo que hacer frente a una mayor competencia y aprender a comprar café en el mercado internacional”, explica Santiago Lascasas, actual gerente. Hoy, lo importan desde Brasil, India, Honduras, Guatemala y Etiopía y la generación actual también se ha preocupado por ir renovando el negocio. Por ejemplo, desde el año 2000 han extendido su venta más allá de Zaragoza. Navarra, Cataluña y La Rioja también prueban estos cafés. Además, con la ayuda de la Cámara de Comercio de Zaragoza y el Icex también han comenzado a exportar; Irlanda, Rusia y Austria son sus destinos. Para introducirse en el mercado internacional, Lascasas recomienda adaptar a ese nuevo público el empaquetado y traducir la web a los diferentes idiomas.
Entre sus proyectos más recientes, se encuentra dar a conocer su tienda decorada con materiales antiguos de los primeros años del negocio; y probar ese modelo para crear una cadena y seguir potenciando su relación con el sector de la hostelería.
Adaptarse a los nuevos mercados
Cafés El Criollo ha tenido que ir cambiando su estrategia según las exigencias de su sector y del mercado en general. Actualmente, lo hace a través de las nuevas tecnologías, ya que “aunque la mayor parte de las ventas vienen por las vías tradicionales porque el café es un producto muy sensorial, trabajamos mucho en la web. Es una carta de presentación, nos sirve para mostrar el catálogo de productos y llegar a cualquier país”, comenta Santiago Lascasas, gerente actual del negocio.
Consejos de pyme a pyme
¿Quién ayudó a la empresa en los inicios?
Más allá de mi bisabuelo, que fue el fundador, pensamos que lo que ha hecho que sobrevivamos durante cien años ha sido el esfuerzo de todos los trabajadores, ya que han sabido involucrarse en el proyecto.
¿Cuál ha sido el peor momento? ¿Cómo se solucionó?
Como en la mayoría de las empresas familiares, las situaciones más complicadas se viven en el paso de una generación a otra. Por eso, nosotros hemos realizado un protocolo en el que detallamos cómo va a ser la evolución.
¿Y su mayor logro?
Sin duda, que la empresa perdure después de tanto tiempo e ir renovándonos con nuevos objetivos. Por ejemplo, ahora estamos estudiando la posibilidad de crear una cadena propia de tiendas o franquicias y queremos ampliar nuestros alimentos ‘gourmet’.
Fuente: Apuesta por la especialización