Las nuevas tecnologías, lejos de destruirlas, harán más fuertes a las empresas familiares. La IV Revolución Industrial no tiene por qué comprometer su viabilidad. En sí misma, esa enorme transformación a la que asistimos es, a la vez, acicate y estímulo para que se modernicen. Un cambio digital que favorecerá que las empresas familiares sean más productivas y competitivas. Además, es una transformación a la que hay que incorporarse sí o sí: la economía digital ya está aquí, modificando el sistema económico global. No adaptarse a los nuevos parámetros del futuro y nuevos modelos de negocio es suicida.
Pero además de una necesidad, el cambio digital es beneficioso. Las empresas familiares tienen ante sí la oportunidad de hacerse más competitivas para, de manera ágil y eficiente, acercarse más y conocer mejor a sus clientes. Y más productivas para que la digitalización transforme la forma de hacer las cosas (en América Latina se necesitan tres trabajadores para producir lo que hace uno en EEUU). No se trata sólo de producir y trabajar como siempre, añadiendo el elemento digital. El desafío tecnológico implica transformaciones mucho más profundas, de mentalidad y cultura empresarial. De sistema.
Entrar de lleno en el cambio digital no debe desnaturalizar la esencia de unas empresas familiares que son pilares de la economía. Actúan como pilares básicos por su mayor compromiso con el entorno, vocación de negocio a largo plazo y sólidos principios en los que asientan su actividad. La estructura social que las caracteriza y el arraigo que poseen en los valores heredados de las familias fundadoras (pilar y origen de estas compañías) son el auténtico motor de su crecimiento.
Más allá de estas ventajas comparativas, las firmas familiares afrontan otros retos importantes, además del digital. Son desafíos propios, diferentes a los del resto de empresas, relativos a la necesaria profesionalización mediante el desarrollo de protocolos de familia, a la separación de las decisiones familiares de las corporativas y al relevo generacional (un 70% no supera el tránsito).
Todos estos retos (como también lograr un crecimiento sostenible, acceso al crédito y mayor internacionalización) pasan por asumir el reto digital. Empresas, finalmente, del siglo XXI.
Fuente: El Mundo